MAYORES DE 18 AÑOS

miércoles, 6 de abril de 2011

A veces el dolor se duerme


He estado ocupada últimamente. Si no fuera que no quiero enamorarme, podría volver a hacerlo ahora mismo... si no fuera por eso, y porque la persona de la que podría enamorarme me recuerda demasiado a alguien que me hizo extremadamente feliz y desdichada al mismo tiempo. Y no quiero. Ahora no. Necesito orden, relax, simple y pura diversión. No quiero complicarme la vida otra vez.
En mi vida he tenido dos grandes amores, mi marido, que sigue ahí, ajeno a las tormentas de mi corazón, y esta otra persona, llamémosla G., que durante dos años puso patas arriba mi vida llenándola de caos absoluto. Y no lo digo como algo malo. La llenó de caos porque yo se lo permití, porque en ese momento era lo mejor que podía pasarme, lo que necesitaba.
He conocido a una persona maravillosa, quiza con una vida mucho menos apasionante que G. pero igualmente estupenda, si no fuera por un pequeño detalle: es celoso. No lo tengo claro, pero lo que sí tengo claro es que es absorvente y controlador, y eso suele conducir a los celos. Sólo hace un mes y medio que lo conozco, y aún menos que hablamos asiduamente. Demasiado pronto empieza... aunque mejor no empezar nunca a ser celoso.
El otro día hablamos sobre todo esto y le dije claramente que no quiero que sea tan absorvente conmigo, que me recuerda demasiado a G. y la historia que viví con él, y que no quiero volver a vivir algo así. Acabé llorando como una Magdalena, recordando toda esa historia.
Hacía mucho tiempo que no lloraba tanto recordando a G. Yo creía que ya lo tenía superado, pero no, no sé si lo superaré nunca. Este amor creo que lo llevo grabado en la sangre para toda la vida, enraizado hasta lo más profundo de mi ser. Y aún me duele como una quemadura de primer grado. A veces el dolor se duerme por largas temporadas, pero cuando despierta, es insoportable.