MAYORES DE 18 AÑOS

jueves, 16 de diciembre de 2010

Cabeza neblinosa

He estado unos días como el tiempo, quizá sigo estándolo. Hace días que desde mi ventana podía ver el mundo cubierto de niebla, una niebla densa, blanquecina, húmeda. En realidad, poca cosa más que niebla se veía. Podían verse esbozos de casas, más claras cuanto más cercanas a mi ventana, levemente insinuadas cuanto más lejos. El campanario de la iglesia de San Jaime tan pronto estaba como dejaba de existir fagocitado por las nubes invadiendo el pueblo. Todo árbol, toda farola, toda calle, presentaba un aspecto fantasmagórico y confuso, y el frío se colaba entre las ropas hasta calarte los huesos. Pero ayer empezó a soplar algo de viento, no demasiado fuerte, pero sí lo suficiente como para limpiar el pueblo de niebla y dejar el cielo radiante y límpido, con un alegre sol, y un frío cortante.
Así estaba mi mente estos pasados días, llena de niebla, sin ver claro nada. Había conocido a Pablo a través de internet, habíamos hablado dos o tres veces por messenger, había leído su blog, se había masturbado para mí ante la cam, pero veía un encuentro con él muy lejano, por falta de oportunidad. Luego, la oportunidad surgió. Bueno, no tanto una oportunidad clara, sino una pequeña posibilidad. Mi marido empezó a trabajar fuera y estaría muchos días sin venir a comer a casa. De repente se hizo la luz y pensé que quizá fuera posible aprovechar uno de esos días para encontrarme con Pablo en Barcelona. Es un hombre simpático, más o menos agradable, con una confianza y una seguridad en su atractivo sexual que te desarma, y además está como un queso. Y ése es el mal, que lo sabe, y que le gusta. Es un narcisista puro. Le encanta que le digan que está bueno, pero que él deje ver que algo de ti le gusta, ya es más complicado. No sé, igual no es él, igual soy yo, que soy un poco narcisista también y hasta ahora estaba acostumbrada a que los hombres me dijeran cosas bonitas y excitantes de mi cuerpo, del que por otra parte no estoy muy segura, aunque pueda parecer que sí. Pero que un hombre me demuestre claramente que le gusto siempre reafirma mi seguridad en mi misma, me siento más relajada y me muestro más como soy de verdad. No es que él no me haya dicho nada agradable, pero le cuesta más que a otros hombres. Le envié fotos de mis pechos. Al principio me dijo que tenía un precioso canalillo, más adelante en vez de decirme que le gustaban mis tetas me dijo que tenía unos preciosos rizos, ¡y yo no había fotografiado mis rizos, sino mis pechos! Aparecían un par de rizos en una esquinita. Empecé a pensar que quizá no le habían gustado mis tetas y que me había dicho eso por no hacerme un feo. Empecé a pensar que quizá yo no le gustaba. Intenté hablar con él por messenger otra vez. Lo necesitaba para aclarar las cosas. Me dijo que no podía que estaba muy ocupado. Anteriormente le había comentado la posibilidad de encontrarnos la semana antes de Navidad, y él pareció entusiasmado con la idea pero después , con todos estos acontecimientos, lo vi todo tan confuso y me sentí tan insegura que le dije que como estaba tan ocupado y yo también lo estaba, que mejor lo dejáramos para cuando no lo estuviéramos. Estaba enfadada con él, me sentía un poco estafada. Me contestó que no me preocupara. Yo creía sinceramente que no nos encontraríamos nunca porque no lo veía suficientemente interesado en mí.
Pero ayer salió el sol y poco a poco lo he visto de otra manera. Al principio de chatear me dijo claramente que no solía conectarse, así que es hasta cierto punto lógico que no se conecte tampoco ahora. Y si bien yo quizá necesitaría que me hiciera un poco más de caso, es claro que él entiende que si no nos encontramos ahora nos encontraremos más adelante. Él no tiene prisa porque oportunidades para follar tiene todas las que quiere y más. Ninguno de los dos pretende enamorarse, y tampoco es que me haya descuidado absolutamente. Siempre comenta lo que digo en el twitter, por lo menos siempre que lo considera oportuno. Si me tiene que contestar algo amable, lo hace, si me tiene que contestar algo caliente, también contesta, con muy buen rollo.
Supongo que ha sido un pequeño palo a mi vanidad, pero debo entender que no todo el mundo tiene el mismo carácter, que hay hombres muy salerosos, que les gusta echar piropos constantemente, hombres galantes y cariñosos, y otros que son más secos y escuetos, y éste me parece que pertenece a este segundo grupo. A mí me gusta que estén por mí, me hace sentir más segura como ya he dicho antes, pero bueno, en el fondo sólo se trata de echar un polvo, no voy a casarme con él, el hombre está como quiere y además es interesante. Creo que no debería echar la toalla tan pronto si sólo quiero echar un polvo con ese bombonazo.