MAYORES DE 18 AÑOS

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Frustraciones sexuales

A veces soy cruel, pero otras veces pienso que aún me quedo corta.
-Así que chocolate a la taza, ¿eh?- ha dicho esta mañana mi marido, así como si tal cosa, al ver lo que estaba desayunando. Me han dado ganas de contestarle: "Ya sabes lo que dicen, que es un buen sustituto del sexo", pero me he callado. Me he callado porque no quería hacerle daño. Sin embargo, ¿se da cuenta él del daño que me está haciendo a mí?
Ayer, otra vez intentamos follar, otra vez la cosa prometía mucho al principio. Me sentía caliente, y su polla parecía dispuesta a pasarlo bien, pero otra vez la cosa acabó mal. Como siempre en los últimos años. Es como si de repente, no nos entendiéramos sexualmente. Y no es falta de deseo, por mi parte puedo asegurarlo, por la suya creo que también.
Sé que me casé con un hombre menos ardiente que yo. Al principio no supe verlo, nos conocimos muy jóvenes, los dos vírgenes (así que no pude comparar con nadie), y cuando se es joven a todos nos arde la sangre. Pero cuando pasan los ardores juveniles es cuando te das cuenta de quién es ardiente de verdad, o sólo templadito. Aún así, yo estaba muy enamorada, tanto que no me daba cuenta de nada. Además, en ese tiempo, antes de casarnos, a pesar de no ser tan ardiente como yo, mi marido se las apañaba bastante bien para darme placer, y me tenía bastante satisfecha. Cierto, era más joven, más resistente, y no tenía problemas de erección como ahora, ¡y además tenía la polla más grande! Debe ser que de tan poco usarla y tan mal, se le está encogiendo.
Durante algún tiempo tuvo una depresión y los medicamentos que tomaba lo dejaron sin líbido alguna, pero incluso sin tomar estos medicamentos estuvimos varios años follando sólo dos o tres veces al año. Este verano parecía que la cosa fuera a cambiar. Su líbido parecía estar viva otra vez, me miraba como con más deseo, parecía que tuviera más ganas. Sin embargo, follaba y sigue follando como un auténtico energúmeno. Yo estaba contenta, porque creía que al tener más ganas iría mejorando con mis indicaciones. Pero lo reconozco, no tengo paciencia. Después de tanto tiempo de estar juntos, se me hace extraño que deba volver a indicarle que me tiene que acariciar y besar más, dónde me tiene que tocar, cómo tiene que hacerlo. Es como si hubiera perdido la práctica. Y yo no tengo ganas de hacer de maestra. Después de veintitrés años de relaciones sexuales (aunque pocas) se supone que no deberíamos estar así. A la que me descuido ya me la ha metido. Sin fantasía, sin imaginación. Y eso no sería malo si supiera cómo usarla y además no perdiera la erección, pero a los cinco minutos de, muchas veces, un anodino vaivén, se le empieza a desinflar, pierde erección, se desespera, se masturba para que vuelva la erección, a veces se la chupo porque eso es lo más efectivo, me la vuelve a meter, unos pocos minutos más y repetición de la jugada. Cansancio, más desesperación, para al final acabar con un desanimado "más vale que lo dejemos". Frustración por una parte, más frustración por otra, desencanto, desilusión, tristeza, rabia. Da lo mismo que yo me mueva debajo de su cuerpo (o encima) siguiendo el ritmo, que lo acaricie, que lo bese, que lo lama, que lo muerda, que lo arañe, que diga palabras obscenas, que grite o que no diga nada. El resultado prácticamente siempre es el mismo.
De acuerdo que tiene problemas fisiológicos, de acuerdo que no sólo lo paso mal yo sino que él también, pero lo que yo no entiendo es que no haga absolutamente nada para solucionarlo. Parece que le da igual hacerme feliz o no, y lo que es peor, parece que le da igual ser feliz o no él mismo. Y tampoco puedo hablar abiertamente de todo esto con él, porque entonces se siente herido, pobre, y podríamos caer otra vez en la depresión. Si por lo menos pudiera hablar con él y pudiera hacerle entender que yo no puedo seguir así, por mucho que lo quiera, que yo necesito algo más, algo que parece que él no necesita, que para mi estabilidad psiquica, ya que no me da él lo que necesito debería aceptar que lo buscara en otros. Porque nos amamos, nos entendemos muy bien en todo lo demás, formamos un buen equipo... menos en el sexo.